Hora de dar batalla


Mis mayores temores se han vuelto realidad. El Capitolio ha vuelto, he estado en unos juegos del hambre. Gane a costa de mis mejores amigos. Coriolanus Snow está vivo. Su hijo Hades tiene el poder de Panem y está dispuesto a hacer lo que sea, incluido matar a su propio hijo, para seguir controlando nuestro país. Mis padres están en peligro y han tenido que esconderse y yo…yo no tengo la menor idea de que puedo hacer para ayudar. El tío Gale y su hija Debrah hacen lo posible por reclutar nuevos soldados para el ejército que puede volver a derrocar, y esta vez para siempre, a la familia Snow. Seth, el hijo de Hades, no se ha separado de mi en ningún momento desde que estoy instalada en la aldea de los vencedores del distrito cuatro. Finn, el hijo de Finnick Odair y Annie Cresta, hace lo posible por controlar mis nervios y rescatar nuestro noviazgo, lo que es otro de mis problemas. Nada parece tener salida, siento como si todo mi mundo lleno de vida y color se volviera una espera por la muerte o la tortura. Antes tenía miedo. Pensaba que si uno de todos los problemas que tengo ahora se hiciera verdad no podría hacer nada por mis seres queridos, me escondería en algún refugio y pasaría el resto de mis días encerrada y llorando. Pero ahora estoy segura de que nada de eso va a pasar. Voy a poder con todo lo que se me venga encima. Voy a lograr acabar de una buena vez con la familia Snow y el Capitolio. Mi nombre es Rue Mellark Everdeen y voy a hacer todo lo que esté en mis manos por ayudar a Panem. Es la hora de dar batalla.

Dejo la puerta de mi cuarto cerrada con llave. Pongo música relajante y dejo la luz encendida. Todo arreglado para mi salida. Si nadie me deja hacer algo por Panem tendré que encargarme de esto sin que las personas que me protegen se enteren. Abro la ventana y me trepo a un manzano junto a mi ventana. Bajo cuidadosamente y sonrío cuando mis pies tocan tierra. Me ajusto la pequeña mochilita y sujeto con fuerza el tridente de Finnick Odair, poco después de ganar los juegos Seth se encargo de traerlo junto con el arco y las flechas que usó mi madre en la rebelión. Cada vez que salgo de la casa me acompañan Finn y Seth. Intentan evitar que haga alguna estupidez pero a veces consigo escabullirme y escuchar las conversaciones de los agentes de la paz. Últimamente he estado escuchando acerca de un hombre al que llaman “el vencedor” y por lo como me ubico en el distrito ya sé como llegar al lugar en que lo mantienen encerrado. Temo que hayan podido capturar a papá o al Haymitch o a Beetee.
Camino oculta por las sombras hasta llegar a la otra parte del distrito, a una pequeña casa junto al mar. Observo como un grupo de agentes de la paz corren lejos del lugar. Avanzo hasta la choza sin hacer ningún ruido y observo por la ventana. Un hombre de cómo cuarenta años observa al piso con una expresión de cansancio. Algo en su rostro me parece familiar. Aunque tal vez solo sean los típicos ojos de la gente del distrito cuatro. Un par de agentes de la paz mantienen sus armas a mano y no dejan de observar al hombre. Cojo una piedra y la lanzo a la puerta de la casucha. Uno de los agentes se acerca y la abre. Aprovecho el momento para arrojarle el tridente, matándolo enseguida.  Quito mi arma de su cuerpo sin vida y, desde la puerta, se la arrojo al otro agente. Me acerco al hombre y saco un poco de marisco de mi mochila junto con una botella de agua y le entrego ambas cosas al hombre. Lo observo mientras come, intentando descubrir lo que lo hace familiar para mí. Cuando acaba extiendo mi mano e intento sonreírle.
—He escuchado que lo mantenían vigilado, quería ayudarle. Mi nombre es Rue Mellark Everdeen.
— ¿La hija de Katniss y Peeta?
—Si ¿Quién es usted?
—Soy Finnick Odair, conoces a mi hijo.
—Tiene que estar de coña. Pero en las alcantarillas del antiguo Capitolio…
—Ese no era yo, querían que los rebeldes ayudaran a ese muto con mi forma. Para poder asesinar a tus padres.
—Como paso en la arena con Seth, Finn y mi familia…—musito para mí misma.
—Exacto.
— ¡Tiene que venir conmigo! ¡Annie y Finn estarán felices de verlo!
No le dejo tiempo para responder al antiguo vencedor. Lo ayudo a levantarse y paso su brazo por mis hombros para poder ayudarlo también a caminar. Vuelvo por el mismo camino que recorrí para llegar. Le hablo a Finnick sobre la vida de su hijo y su esposa. De lo que ha sucedido en Panem.  A cambio el me comenta todo lo que le hicieron Coriolanus y Hades.
Cuando estamos a punto de llegar a la aldea de los vencedores hace una observación sobre su tridente. Le ofrezco devolvérselo pero el hombre se niega. Después de eso no nos queda mucho de lo que hablar por lo que hacemos el resto del camino en silencio. No dejo de sujetar al señor Odair mientras toco la puerta de su esposa. Unos minutos después Annie aparece en el umbral de la puerta con una sonrisa al verme, se tarda unos segundos en reconocer a su esposo y cuando lo hace sus ojos se llenan de lagrimas y lo abraza con todas sus fuerzas, como si temiera que fuera solo una ilusión. Observo a la pareja por unos minutos pero luego recuerdo a Finn. Él también necesita a su padre. Salgo corriendo de la casa de Annie y llego a toda prisa hasta la mía, donde Seth, Finn y Megan hablan seriamente. El primero en verme es Seth, quien les hace señas a los otros dos para que dejen de hablar. No me preocupo por los rostros de mis amigos y agarro a Finn de la muñeca y lo llevo casi a rastras hasta la casa en la que están sus padres. Mi amigo no deja de preguntarme lo que sucede. Mantengo mi boca cerrada y me limito a arrastrarlo.
Cuando llegamos a la casa y Finn ve la escena de reencuentro de sus padres se queda petrificado. No hace más que ver al señor Odair. Decido alejarme de ellos y volver a casa. Camino sin prisa esta vez, intentando relajarme por unos segundos aunque sea. Esta vez al llegar nadie me ve y puedo escuchar una conversación entre Megan y Seth. Hablan sobre la guerra, el reclutamiento de nuevos soldados no parece dar frutos. Tampoco piensan en dejarme participar en la guerra. Me mantengo oculta para poder escuchar la conversación por completo. En algún momento los dos comienzan a discutir pero no llego a entender el tema. Poco a poco los gritos van disminuyendo, aunque siguen hablando del mismo tema, esta vez logro entender.
—Tienes que decirle lo que pasa, Seth.
— ¿Qué crees que va a hacer? No tengo dudas de que si sabe va a escaparse y llegar por si sola al Capitolio ¿Quién la va a proteger?
— ¿Hasta cuándo van a poder seguir con la mentira de que Katniss y Peeta están en un refugio? ¿Hasta que ella quiera ir a verlos? ¿O acaso van a contratar actores para que los interpreten?
—No sé cuánto tiempo podremos ocultárselo, al menos hasta que deje de tomas decisiones en la desesperación y se convenza que no puede ayudarlos.
— ¿Y qué tal si puede?
—No lo entiendes, he estado viviendo toda mi vida con ese maldito. Si llega a ver algo sospechoso no va a dudar en matarlos, no es ningún estratega como Coriolanus.
¿Matar a mis padres? ¿De qué mierda está hablando? Entro sin cuidado de lo que le puedo suceder a la puerta con el gran golpe que le di y me decido a encarar a Seth. En cuento me ve palidece e intenta acercarse a mí para llevarme arriba.
—Tienes exactamente un minutos para explicarme de que mierda estabas hablando con Megan. ¿Qué quieres ocultarme?
—Rue…lo que pasa es que…bueno…mi padre…él…
—Basta de balbucear imbécil, yo le explico. —Megan se me acerca y pone una mano en mi hombro— Perdón por ocultártelo, Rue, pero Hades Snow tiene a Katniss y a Peeta.
— ¿¡Ese viejo de mierda que!?
—Sé que deberíamos habértelo dicho antes, pero…
—No tienes nada que explicarme, Megan. Aquí el maldito que decidió ocultarme todo es Seth ¿Qué otra cosa tienes que decir? ¿El tío Gale y Debrah se pasaron al lado del Capitolio? ¿Mi hermano esta muerto? ¿A Finn solo le quedan meses de vida? ¿Tienen planeado capturar a Megan? ¿Están juzgando a Cinna y Octavia? ¿Johanna se suicidó? Ahora que se que está vivo ¿Van a matar a Finnick y a Annie? Si no pasa nada de eso no vuelvas a hablarme, esas son las únicas personas que me interesan. —por si quedan dudas soy muy consciente de que no lo nombré a él, ahora me vale mierda lo que le pase.

Seth se me acerca con cuidado, como si yo fuera un animal herido. Aunque la verdad…eso es lo que soy. Estoy herida, pero en el corazón. Nunca pensé que una de las personas en las que más confiaba me ocultó algo tan importante. El chico me toma de la cintura e intenta abrazarme pero yo me aparto con lágrimas en los ojos y le chillo que no vuelva a tocarme, que no vuelva a hablarme y que desaparezca por completo de mi vida, incluso que si puede que se muera. Me alejo de la casa en la que descubrí a ese maldito traidor y corro a refugiarme en los brazos de Finn quien estaba conversando con su padre y su madre. Los tres me preguntan lo que me sucede y se sorprenden al saberlo que me ocultaba Seth. Finn me reconoce que sabía que no tenían planeado aceptarme en el ejército pero que no tenía idea de que habían capturado a mis padres. Rompo en llanto entre los brazos de mi ex novio quien intenta calmarme y me llena de pequeños besos en mis mejillas, nariz, frente y labios. Finn me promete que va a sacarlos de allí, que va a traerlos junto a mí. En cuanto se me agotan las lágrimas el chico que me da su apoyo me lleva hasta la habitación en la que dormía antes de que empezara esta locura. Me recuesta en la cama, me arropa, me da un beso en la frente y finalmente se sienta en el piso mientras sujeta mi mano entre las suyas. Poco a poco voy entrando en un mundo de paz hasta quedarme completamente dormida.
No sé si es por el gruñido de mi estomago, el hecho de que se ha pasado el mediodía o el apetecible aroma de cebiche pero de lo primero que soy consciente al despertar es que estoy muerta de hambre. Lo primero que veo al abrir los ojos es el rostro abatido y somnoliento de Finn, unos segundos después me percato de que sujeta un gran plato de mi comida favorita ¿Ya mencioné cuanto amo el cebiche? Es algo así como mamá con el estofado de cordero. El chico deja con suavidad el plato sobre mi regazo, le dedico una sonrisa y me concentro en comer el delicioso platillo, su especialidad. No tardo mucho en terminar. Finn me dedica una gran sonrisa y desliza sus dedos por mi cabello. Puedo sentir perfectamente la preocupación que lo invade, ese sentimiento parece venir hacia mí en pequeñas ondas. Lo rodeo con mis brazos por unos cuantos minutos mientras él deposita un beso en mi coronilla, me doy cuenta de que no lo merezco. Nunca pude decirle nada de lo que pasó mientras estaba en el Capitolio, incluso después de unas semanas de volver no pude dejar de lado lo que sentía por Seth. Varias veces volví a tener citas con mi antiguo mentor a las espaldas de Finn.
Una vez mi ex-novio y yo intentamos enseñarles a Megan y a Seth como bailar merengue. Megan aprendió rápido mientras que la primera vez Seth terminó bailando una danza de antes de Panem, La Macarena. Le pedí a Finn que siguiera enseñándole a Megan a bailar, solo que pasos más complicados, mientras que yo me llevé a Seth y le enseñé, entre chistes, besos y macarenas a bailar decentemente la danza más divertida del distrito cuatro.
Otro día ambos chicos decidieron ver quién podía soportar más tiempo cabalgando, en el mar, mientras el enviaban obstáculos. Mi amiga y yo decidimos hacer que Finn ganara. Nadamos mar adentro y soltamos una raya  delante del caballo de mi mentor. Irónicamente dimos con lo que más asustaba a Yeer, ese es el nombre del caballo de Seth, que se volvió loco y mi mentor se vio obligado a saltar, ya que no es nada bueno calmando a su caballo. Yo me encargué de calmar a Yeer. Festejamos a Finn por unas cuantas horas y luego le preparé una pequeña cena de consuelo a Seth, lo único que voy a decir es que mi mentor me provocó tantas risas que toda la comida y la bebida terminó en la arena de la playa. Al final lo consolé con besos y abrazos.
Incluso pasó que Finn y Megan habían ido a comprar marisco al mercado y dejaron a  Seth cuidándome, les dije que no necesitaba una niñera. Yo estaba tocando la guitarra en la sala de estar cuando lo veo pasar corriendo. Mi mentor estaba huyendo de un perrito del que lo único que le llegaba hasta las rodillas era la cola. Ese perrito era su pequeño Alex, su mascota. Seth se tropezó con la mesa de centro y cayó al piso, el pequeño Alex siguió de largo. No pude dejar de reír y terminamos los dos en el piso, abrazados, aunque también me dio uno que otro beso.
Así hay muchas más historias de lo que hice mientras Finn pensaba que nuestro noviazgo podía seguir adelante, que podríamos superar todos los obstáculos que la vida nos pusiera por delante y yo lo dejé pensar eso mientras lo apuñalaba por la espalda. No merezco su comprensión ni su apoyo. Pero… aún puedo evitar que sufra, puedo hacer como que todo eso fue un mal sueño. Puedo olvidar todo lo que pasó y superar esta guerra junto a Finn, y lo voy a hacer. Me olvidaré de la existencia de Seth Snow y seré feliz con Finn.
—Rue ¿Pasa algo? —la voz de Finn me saca de mis pensamientos, lo beso por un buen rato mientras acaricio sus cabellos.
—Solo pensaba, en todo lo que está pasando.
—No te preocupes por eso, bonita, me encargaré de que todo salga bien.
—En tanto no te pase nada malo yo voy a estar bien.
Finn vuelve a besarme con dulzura, en cuanto nuestros labios se separan me deja para que pueda vestirme. Abro el armario y encuentro todas y cada una de mis prendas de ropa que dejé aquí antes de irme a los juegos. Me visto con una falda blanca y una blusa sin mangas, negra y con pequeños lunares del mismo color de la falda, luego me calzo un par de sandalias blancas y salgo, con el cabello todavía húmedo por la ducha, en busca de Finn. Paso por el comedor donde me encuentro con el señor Odair y Annie, les pregunto donde está su hijo y ellos me comentan que fue a mi casa para hablar con Seth. Solo esas palabras me hacen falta para salir corriendo en la dirección que siguió Finn.
Al llegar escucho gritos, esta vez no me detengo a escuchar, solo entro. Me encuentro a los dos chicos golpeándose en el piso mientras Megan no deja de gritar. Finn se pone de pie, al igual que Seth, y continua la lucha. Me sitúo en medio de los dos y le doy un empujón al descendiente de Coriolanus. Los tres que estaban en el lugar se sorprenden al verme y Finn comienza a pedirme disculpas, le dedico una sonrisa y lo beso por unos largos segundos para después encarar a Seth hecha una furia. Me doy cuenta de que mantiene su vista fija en el piso, avergonzado, no puedo ver la expresión de su rostro pero sé que en estos momentos se está arrepintiendo de lo que hizo. Se arrepiente de haber peleado con Finn, de no decirme que habían capturado a mis padres y quien sabe de qué otras cosas. Aunque ya no importa si se arrepiente, lo único que sé es que voy a hacerlo pagar por todo lo que ha hecho. Si es posible con su vida, pero antes voy a divertirme por un par de semanas.
— ¿¡En que mierda estabas pensando!? ¿¡Como puedes siquiera pensar en hacerle daño a Finn!? ¡Eres un maldito hijo de puta!
—Rue…de verdad pensé que era lo mejor para ti…
— ¿¡Que era lo mejor para mí!? ¡Te doy noticias, nunca vas a ayudar a una chica golpeando a su novio!
—Me refería a lo de ocultarte lo que pasó con tus padres, sabía que si te enterabas…
— ¿Si me enteraba qué? ¿Haría lo que estuviera en mis manos para ayudarlos? Pues sí, mejor vete con tu padre y dile que haré lo que él quiera para que los deje en paz.
—Sabes que nunca haría algo así, yo te he apoyado todo el tiempo.
—No, no lo has hecho. Y, si te digo la verdad, no sé nada sobre ti y tampoco quiero saber. Quiero que desaparezcas de este mundo.
—Rue —intenta acercarse a mí pero vuelvo a empujarlo.
—No te me acerques, no quiero verte, no quiero escuchar tu voz, lo único que quiero es matarte.
—Eso no es verdad.
—Puede que antes no lo hubiera sido, pero ahora te odio ¡Me arrepiento de haberte desatado en la arena, debí matarte en cuanto pude!
— ¡Solo dices eso porque estas furiosa! ¡Sé que tú me quieres!
— ¡Nunca voy a poder querer a alguien como tú! ¡Solo me das asco! ¡Y por si no lo sabes yo estoy con Finn, lo amo!
— ¡Ahora dices que los amas, lo mismo me dijiste a mí, en cuanto ya no necesites consuelo o que alguien se arriesgue por ti vas a dejarlo como a mí! ¡Tú no eres capaz de sentir algo que no sea deseos de venganza y odio!
— ¿¡Seguro que no te estás describiendo a ti y a toda tu familia!? ¡Ojala un muto te descuartice!
— ¡Vale, intenta hacerles creer que yo soy el malo aquí! ¡Tu novio como lo llamas se dará cuenta del tipo de basura que eres cuando lo mandes a la mierda!
Dicho esto Seth deja la habitación y Megan lo sigue, hablándole mal por lo que me dijo. No me preocupo de ese maldito traidor. Me doy la vuelta para observar a Finn, las lágrimas caen por mis mejillas. Le digo que lo que dijo Seth no es verdad, que nunca sería capaz de usarlo. Mi novio, por lo que le dije a Seth, Me abraza y reparte pequeños besos por mi rostro. Cierro los ojos intentando parar el llanto. Finn me aleja unos centímetros para observarme y al ver la expresión de mi rostro besa mis labios con dulzura. Le dedico una sonrisa y le pido que vuelva a su casa. Le digo que voy a recoger mis cosas para irme definitivamente a vivir con su familia. Mi novio me hace caso, aunque no sin antes darme un último beso. Llego a mi habitación en unos momentos y guardo todas mis pertenencias en una mochila de campamento, sujeto el tridente del señor Odair y el arco junto con las flechas de mi madre. Me quedo un par de segundos acariciando la superficie del arco sin importarme las saladas gotas de agua que caen una y otra vez de mis ojos. Abro la cajita con mis pertenencias y sujeto el broche de Sinsajo con todas mis fuerzas. Unos minutos después vuelvo a guardar la insignia en la caja y guardo esta en la mochila. Me equipo con la mochila y las armas me dirijo a la entrada. Escucho las voces de Seth y Megan cuando estoy a punto de salir.
—Ya no podía soportarlo, Meg, no podía soportar que Rue pensara eso de mi, solo…exploté.
—Lo sé, te conozco desde que somos pequeños, pero no es a mí a quien tienes que darle explicaciones.
—Ya lo intenté y ella no me quiso escuchar, ahora me odia.
—Sigue intentando hacerla entrar en razón. Sabes que ella de verdad te quiere, solo ha sido un golpe fuerte lo que ha tenido que pasar.
— ¿Y yo no? ¿Acaso es fácil enterarte de tu padre es todo lo contrario a lo que pensaste? —Su voz no es nada normal y, si soy sincera, me da pena el tono angustiado en que le habla a Megan, me asomo por una ventanita y lo veo con la cabeza apoyada en sus años mientras Meg le da palmaditas en la espalda.
Sin darme cuenta avanzo y término abriendo la puerta de la cocina, donde ellos se encuentran, Seth levanta la vista en cuanto escucha el sonido de la puerta y sus ojos se fijan en mí. No puedo apartar la vista, ni siquiera moverme. Me quedo paralizada, observándolo. En algún momento me percato de que sus ojos están cristalinos, llenos de lágrimas. Escucho vagamente como susurra mi nombre una vez, con tristeza aunque también un toque de esperanza. Él tenía razón, soy una basura. No merezco el amor que me tienen ni él ni Finn. La única que debería morir aquí soy yo. Dejo de observarlo y salgo corriendo de la casa. Rápidamente llego a la habitación en la que me voy a quedar un tiempo, dejo todo tirado y vuelvo a correr, esta vez a la playa. Me siento con los pies sumergidos en el agua. Escucho unos ladridos y al volverme observo como un cachorrito de perro siberiano corre hacia mí por la arena. El pequeño Alex. En cuanto llega junto a mí, abrazo al perrito mientras intento evitar que las lágrimas se escapen de mis ojos. Alex me lame el rostro una sola vez y se sienta frente a mí, sin dejar de observarme.
— ¿Crees que fui muy dura con tu papá?­ —el pequeño me ladra, sabe que me refiero a Seth. Luego toca mi mano con su hocico para que lo acaricie— Yo también lo creo, pero no voy a retractarme, sabes lo orgullosa que soy y, después de todo, lo mejor será que me aleje de Seth, sin importar lo mucho que me duela.

Las lágrimas consiguen escaparse y el pequeño Alex se vuelve mi único confidente.
Acaricio las orejitas de Alex mientras observo el mar ¿Cómo mi vida se pude venir abajo? ¿Cómo deje que personas importantes para mí murieran? ¿Cómo no me di cuenta de que atraparon a mis padres? Y lo más importante ¿Por qué no he hecho nada al respecto? Estoy dispuesta, si, daría mi vida por matar a Hades y a Coriolanus y a todas las personas que tuvieron que ver con lo que ha pasado. Pero algo me detiene aparte de estar vigilada por Finn, bueno desde ahora solo por él. Algo me impide que les haga daño pero ¿Qué? ¿Qué cosa en este mundo puede evitar que salve a mis padres? Me doy cuenta de que solo serian unas cuantas personas, capaces de hacerme algo así. Finn, mi hermano, el tío Gale, Debrah, Johanna, Haymitch, Annie, su esposo, Megan y, aunque no quiera admitirlo, Seth. Me doy cuenta de que ese último es la razón. Puede que no quiera admitirlo pero sé que está decepcionado y triste. También que, a pesar de todo, sigue queriendo a su padre y he visto como Finn ha soportado, a duras penas, la supuesta muerte del señor Odair. No podría dejar que Seth tuviera que pasar por eso. Porque lo quiero y necesito gritárselo a los cuatro vientos, pero no puedo. He decidido olvidarlo  si vuelvo a confesar mis sentimientos solo nos haré daño a Finn, a Seth y a mí.
Aunque… tal vez pueda ayudar a mis padres si hablo con Hades, tal vez pueda convencerlo de que los deje en paz si…si… ¿si qué? ¿Qué podría interesarle a alguien que quiere gobernar a Panem por el resto de su vida? Alguien con quien sembrar el miedo, evitar otra rebelión. Quitarles a los rebeldes toda esperanza. Mi madre ya no puede ser el símbolo, no podría aunque quisiera ¿En quién ven los rebeldes un símbolo? En ti. El recuerdo de una conversación con Seth me invade.
— ¿Por qué me tienen tan vigilada? No corro mayor peligro que cualquier otro ciudadano.
—Eres la que corre más peligro en esta guerra, pequeña.
— ¿Por qué?
—Sabes que tu madre ya no es capaz de ser un símbolo ¿cierto? —Asiento, algo confundida— Pues ahora los rebeldes te ven a ti como la esperanza, tú eres el nuevo Sinsajo.
—Pero yo no he hecho nada para merecer eso.
—Le cantaste sus verdades a mi padre, fuiste a la arena para proteger a más de una de las personas que te importan. Intentaste proteger a dos niños a costa de tu vida. Ibas a dejar que te matara alguien a quien odiabas cuando estabas a un paso de ganar ¿Qué más necesitas?
Si todo lo que me dijo Seth ese día era verdad. Tengo ante mí la solución a mi problema. El único inconveniente es ¿Cuándo podre hablar con Hades? ¿Cuándo podre ofrecerle que me haga lo que quiera a cambio de soltar a mis padres? Me tienen completamente vigilada. No tengo contactos en el Capitolio. Excepto por una persona. Pienso enseguida en Harry, hermano de Seth y novio de Megan. Hemos hablado con él varias veces y nos hemos vuelto grandes amigos, casi hermanos. Tal vez pueda ayudarme. Solo necesito hablar por teléfono con el unos minutos. Hoy Finnick y Annie van a salir y yo me quedaré con Finn. Si puedo dormirlo… ¡Claro! ¡Tengo morflina y píldoras para dormir en un botiquín de mi habitación! Bueno la que va a ser mi habitación desde ahora y hasta que vengan a por mí. Le puedo preparar un platillo y dejar que se disuelva una píldora en un vaso de agua. ¡Perfecto! Ahora solo espero que Harry no me delate.
Me pongo un vestido rojo sin mangas y que me llega hasta las rodillas. Dejo mi cabello suelto caer en ondas, con ligeros rizos en la parte delantera. Me calzo unos tacones de aguja del mismo color del vestido, por ultimo me aplico pintalabios rojo y me dirijo al comedor. Finn me espera sentado en la mesa, me fue difícil convencerlo de dejarme servirle la comida pero al final aceptó. Le preparé un trozo de carne poco hecho como le gusta a él. <<Y a Seth>>  Pienso con algo de tristeza por irme sin arreglar las cosas con él. Dejo la carne frente a Finn y voy por algo de zumo de naranja, donde vierto unas cuantas píldoras para dormir, las suficientes para que duerma por un par de días. Dejo el vaso junto a Finn y me siento en frente, como lentamente y charlo animadamente con él. Hasta que acaba su cena y bebe todo su zumo. Noto como le pesan los parpados, me acerco para acariciarle el cabello mientras se va durmiendo, apoyado solamente en la silla. Le dejo allí y me dirijo hasta el teléfono. Marco rápidamente el número de Harry y este contesta al tercer timbre.
— ¿Diga?
—Harry, soy Rue. Necesito tu ayuda.
—Lo que sea cuñadita.
—Bueno…después te tengo que decir algo sobre eso. Pero necesito hablar con tu padre, por favor no preguntes para que. Necesito que sea rápido y que no le digas a nadie.
—C-claro, pero ¿Qué pasa? ¿Meg y mi hermano…?
—Están bien, pero ¡Rápido por favor!
La voz de Harry desaparece y en unos minutos es sustituida por la de su padre. Respiro hondo. Decidida. Nada echara abajo mi decisión.
—Señor Snow ¿De qué sería capaz por poder torturar al que es ahora el símbolo de la rebelión?
—Rue, querida ¿De qué hablas?
—Sé que tiene a mis padres y sé que soy el nuevo Sinsajo. Si está dispuesto a dejarlos en paz y no volver a molestar a mi familia o amigos, y en especial no hacerle daño a su hijo Seth, dejaré que haga lo que quiera conmigo. Sería la forma más efectiva de echar abajo cualquier esperanza que Panem pudiera tener.
— ¿Puedo estar seguro de que cumplirás con el trato?
—Al igual que los Snow, las Mellark-Everdeen nunca rompen una promesa, menos si es por ayudar a quienes les importan ¿Trato hecho?
—Trato hecho, pasaré por ti en tres días. Te esperaré en el lugar en que hicimos nuestro último acuerdo. Suerte con las despedidas, querida.
Tras decir eso ultimo Hades cuelga el teléfono. Me siento más tranquila y puedo respirar con normalidad. Nadie que me importa va a volver a sufrir. Hades Snow no les hará nada. Estarán sanos y salvos, por fin. Las lágrimas de felicidad corren por mis mejillas. Me las limpio, cambio mi ropa por algo más cómodo, un pantalón azul oscuro y una sudadera de un tono que parece unir el celeste con el blanco, y salgo a dar un paseo por la aldea. No termino de bajar los escalones de la casa cuando una pequeña bola de pelos, mi cuadrúpedo confidente, se me acerca corriendo. Entre susurros le comento lo que voy a hacer y, como si me entendiera, me dedica un ladrido algo triste pero luego se recompone. Corro un poco por la aldea, dejando que Alex me persiga, hasta que tropiezo, en parte por una roca y en parte por los tacones, que curiosamente no me he quitado, y caigo al piso. Me rio mientras acaricio al perrito hasta que veo una sombra acercarse. Pronto descubro a Seth, quien intenta sonreírme en cuanto me ve. El perrito se arroja a sus brazos y le ladra con algo de tristeza, como si intentara acusarme de lo que voy a hacer, pequeña bola de pelos inteligente y adorable…
—Ya sé que está en el piso, si me dejaras la ayudaría.
Dicho esto el perrito salta al piso y Seth me extiende una mano, vacilante. Intenta no mirarme a los ojos, solo me ayuda a levantarme. En cuanto estoy de pie tarda un par de segundos en soltar mi mano. Con solo ese gesto el corazón se me rompe en mil pedazos, mas lagrimas corren por mis mejillas. Por las estupideces por las que estoy llorando ahora, están a punto de capturarme y torturarme y lloro por problemas amorosos. Menuda chica ruda estas hecha, Rue. Al final Seth me suelta y se da la vuelta, preparado para volver por donde vino. Tengo que arreglar las cosas antes de irme. No puedo dejar que esto se quede así.
—Seth…No te vayas, por favor.
— ¿Quieres volver a insultarme? Porque, si te soy sincero, me lo tengo bien merecido—Me vuelve a mirar con los ojos cristalizados. Como después de nuestra discusión.
—No, no. Es solo que… —las lágrimas vuelven a recorrer libremente mis mejillas, como si estuvieran en una carrera— De verdad lo siento, por favor perdóname por todo lo que te he hecho, y por lo que voy a hacer.
— ¿A-a que te refieres pequeña?
—Me conoces tan bien que debes saber de lo que hablo, por favor no me odies por lo que voy a hacer.
—Sin importar lo que sea, nunca podré odiarte.
—Y Seth… No te rindas en esto del amor, sigue buscando, sé que una chica podrá hacerte feliz. No como yo.

Dicho esto salgo corriendo en dirección a la casa de Finnick y Annie. Mientras me alejo escucho como Seth grita que no buscará a nadie más y que me ama. Corro hasta mi habitación, cierro la puerta con llave y me echo a llorar en el piso. Él, mejor dicho ellos, tienen que encontrar a alguien que no les haga tanto daño como yo. Alguien que pueda hacerlos felices, que los ayude a superar todos los problemas que les pueda ocasionar esta maldita guerra. Cada uno necesita encontrar una chica que lo cuide por el resto de su vida. Que no lo lastime ni la mitad de lo que yo los he lastimado.
No dejo de llorar mientras escucho unos pasos apresurados entrar a la casa y subir las escaleras. Enseguida comienzan los golpes en mi puerta y los gritos y suplicas de Seth. Sé que debe estar preocupado por lo que sucedió pero no puedo explicarle, él no me dejaría continuar con el trato. De algún modo conseguirá llevarme hasta algún lugar en que Hades no pueda encontrarme, hasta poder hacerme cambiar de opinión. Quiero abrirle y refugiarme en sus brazos, decirle mil veces lo mucho que lo amo, que estoy segura de que solo lo amo a él y contarle lo que está pasando de verdad. Pero no puedo. Todo se derrumbaría, incluyéndome. No puedo permitirme eso. No puedo derrumbarme. Pero… ¿No me he derrumbado ya? ¿Qué se supone que es esto? ¿Un simple momento de debilidad? Los golpes cada vez se hacen más fuertes, de modo que pienso que en cualquier momento Seth puede echar abajo la puerta.
—Vete —chillo mientras las lágrimas aumentan—. Vete Seth, te lo suplico.
—No puedo, pequeña, no voy a dejarte así.
— ¿Por qué no?
—Porque algo te ocurre y quiero apoyarte, aunque no me digas lo que pasa.
Esas palaras me hacen considerar abrirle ¿Qué tiene de malo pasar algo de tiempo llorando en sus brazos? ¿Es malo escuchar su armoniosa voz diciéndome que todo va a estar bien? ¿Debería evitar sentirme protegida por el chico al que amo? Después de todo no me va a preguntar lo que me sucede. Se va a limitar a apoyarme, escucho unos susurros salir de sus labios. Suplicando que le abra. Puedo escuchar la desesperación en su voz ¿Temerá que vuelva a cortarme? Si es así no tiene nada de qué preocuparse. Me prometí no volver a hacer esa estupidez. Me pongo de pie, sin molestarme en limpiar las lágrimas, y le abro la puerta. Seth se sorprende al principio pero luego me estrecha entre sus brazos.
—Pequeña no te preocupes, estoy aquí y nada malo te va a pasar. Nadie va a lastimarte.
— ¿Sigues molesto conmigo? Nunca debí hablarte de esa forma.
—No te preocupes, eso nunca pasó ¿entendido?
—Entendido y ¿Seth?
— ¿Si?
—Te amo, a ti y a nadie más. De verdad me arrepiento de decirte que no te quería, no era consciente de lo que decía, no me pude controlar.
—Solo calma ¿Vale? Te amo, sin importar lo que te haga. Puede que te lastime sin darme cuenta pero es porque quiero protegerte.
Me atrevo a levantar la vista hasta sus ojos. Unos ojos que me dejan sin aliento, en los que encuentro apoyo, comprensión y amor. Los ojos del chico que amo y del que me dolerá separarme. Me pongo de puntillas y lo beso. Al principio mi mentor se sorprende. Parece no creer lo que está pasando, pero después me aprieta aun más contra su cuerpo y me besa como hubieran pasado años desde la última vez que nos vimos. Como si fuera a perderme de un momento a otro. Una de sus manos se desliza hacia arriba por mi cintura. Pasa por la parte alta de mi espalda, recorre mi cuello y por último se enreda en mi cabello. Utiliza su brazo libe para sujetarme contra su cuerpo con fuerza. Negándose a soltarme. Mis ambas manos se mantienen en sus hombros, felices de poder aferrarse a él, por fin. Nuestros labios se encuentran en una lucha desesperada, no puedo evitar sonreír. Seth se separa para que ambos tengamos la oportunidad de respirar y apoya su rostro en mi hombro, con los ojos cerrados. Puedo sentir su respiración agitada en mi cuello, también cierro los ojos.
Me siento mal por lo que estoy haciendo, ahora me siento más feliz que nunca junto a Seth, pero en tan solo tres días voy a tener que separarme de él. Los latidos de mi corazón aumentan por la desesperación. No quiero alejarme de Seth. Quiero quedarme junto a él. Quiero permitirme soñar con un futuro juntos. Superar todas las pruebas que nos ponga la vida por delante. Pero no tengo derecho a nada de eso. Tengo que despedirme. Cerrar este capítulo y asegurarme de que él podrá ser feliz sin mí. Debo hacerme a la idea de que encuentre una chica que lo cuide, que se mantenga a su lado, cada vez estoy más segura de que me debo alejar de él, hasta que escucho su voz.
—No vuelvas a intentar quitarme de tu vida, te necesito.
—Seth…lo siento.
— ¿Qué? ¿Ahora vas a decirme que lo que pasó no fue nada? ¿Qué volverás a alejarte de mí? Si es eso no vuelvas a darme esperanzas.
—No digas eso, por favor.
— ¿Acaso no es la verdad? ¡Dime que me equivoco y ahora mismo te entrego la argolla para poder casarme contigo!
Esas palabras hacen que me paralice ¿Seth quiere casarse conmigo? Una parte de mí, y para nada pequeña, quiere ser egoísta y abrazarlo con todas mis fuerzas, decirle que lo amo con mi alma y que quiero casarme ahora mismo si se puede. Pero no puedo hacer eso. Tengo que cuidar a mis padres, a la gente que me importa y a él ¿Quién sabe lo que puede hacerle su padre? Vuelvo a cerrar los ojos y a besarlo. Puede tomárselo como quiera y estaré feliz de seguirlo hasta el fin del mundo si así me lo pide. Porque lo amo, lo amo más que a mi vida. Seth me hace girar en el aire mientras no deja de besarme. En cuanto me baja reparte besitos por todo mi rostro. Me aparto para esquivar uno de sus besos y besar yo misma la punta de su nariz.
—Supongo que puedo tomar eso como un sí.
—Eso fue un sí, mi amor —le susurro un segundo antes de volver a besarlo.
Mi futuro esposo me sonríe y me sube a su espalda. Sale corriendo en dirección a una parte del distrito que nunca había visto, lo que es bastante extraño. Veo una gran extensión de pasto y, a lo lejos, a su caballo. Junto a Yeer hay una hermosa yegua con la crin de un tono rubio y el pelaje oscuro. Una haflinger. Seth apura el paso mientras sonríe como nunca. Llegamos rápidamente junto a Yeer y la yegua. Seth se deja caer de espaldas en el césped, aplastándome a mí de paso. Le dedico una sonrisa y le digo que, considerando lo pequeña que soy, es muy fácil aplastarme. Mi futuro esposo se ríe, se pone de pie y me ayuda a levantarme con toda la dulzura y la delicadeza del mundo. Seth acaricia su caballo y toma mi mano para acercarme a la haflinger. Me abraza por detrás y besa mi cabello.
—Pequeña esta es tu nueva yegua, su nombre es Fiura.
— ¿Me…me conseguiste una yegua? ¿Cuándo?
—En cuanto llegamos al distrito.
Me giro para poder besar y abrazar a Seth cómodamente. Se aleja unos centímetros para acariciar mi mejilla, lo que no me sienta muy bien. Lo empujo con delicadeza, aunque logrando tirarlo al piso, y me tumbo sobre él para volver a besarlo. Seth me sonríe con dulzura y cierra los ojos mientras se deja besar. Suelto un bufido y me siento en su estomago, haciendo un berrinche. Mi mentor me deja en el césped y se sienta para darme un dulce beso. Nos levantamos casi al mismo tiempo, ni que lo hubiéramos planeado, y nos dirigimos junto a Fiura y Yeer.
Nos dedicamos a montar sin preocuparnos por que sea noche. Observo detenidamente a mi futuro esposo. Se ve más feliz que nunca. Cada cierto tiempo me dedica miradas llenas de dulzura. En algún momento me quedo quieta. Seth pasa junto a mí y salta a mi yegua. Toma las riendas y Fiura sale a todo galope. Me sujeto a la silla de montar hasta que Seth rodea mi cintura con uno de sus brazos, entonces me relajo y apoyo mi cabeza en su pecho mientras disfruto del galope.
Idiota.
Egoísta.
Crédula.
Cabezota.
Ingenua.
Todas esas palabras vienen a mi mente cuando, aun sobre Fiura y entre los brazos de Seth, la realidad me golpea. ¿Cuándo nos casaremos si Hades vendrá por mí en tres días? ¿Cómo voy a dejar a Seth solo? ¿Cuándo pudo pasar por mi mente la idea de ser feliz? Mi móvil suena, no recordaba que lo tenía en estos vaqueros. Contesto y puedo escuchar la voz de Hades.

Tiene planes para mí. No va a torturarme ni matarme. Viviré en un su mansión. Puedo llevar a quien quiera conmigo. Las palabras del nuevo presidente de Panem son como una bendición para mí. Podre casarme y vivir con Seth. Seremos felices. Sonrío al descubrir que ninguna de las palabras de antes me describe, la única palabra que puede usarse para mí en estos momentos es enamorada.
Doy un saltito para bajar de mi yegua. Seth baja con más calma y me dedica una sonrisa antes de llevarla a los establos. Me quedo parada y sonriendo como una total estúpida, esperando a que mi futuro esposo vuelva junto a mí. Cierro los ojos y me mantengo inmóvil y relajada hasta que noto como unos fuertes brazos me rodean. Me giro mientras abro los ojos y beso a Seth. Mis manos viajan a la parte posterior de su cuello mientras él me toma en brazos. Sonrió contra sus labios y pataleo hasta que me deja en el piso, aun sin dejar de besarme.  Sus manos se deslizan con delicadeza hasta la parte baja de mi espalda. El mundo parece desaparecer a nuestro alrededor, incluso no me preocupo por los gritos que puedo escuchar a lo lejos, aunque después se acercan mas y mas. Nada arruina este pequeño momento hasta que algo arranca a Seth de mis brazos. Parpadeo un par de veces hasta que soy consciente de lo que está pasando. Un par de agentes de la paz sujetan a mi mentor mientras que un tercero le apunta a la cabeza con una pistola. Dejo escapar un gruñido. Esto sí que no, nadie, repito NADIE PUEDE EMPAÑAR LA ALEGRIA DE MI BODA SIN QUE YO LO DEJE ESTERIL. Me acerco al agente de la paz con la pistola. Toco suavemente su hombro, él se gira justo a tiempo para recibir una gran patada en su entrepierna. El agente cae de rodillas y aprovecho para hacerme con su pistola. Lo obligo a arrodillarse frente a mí en cuanto se recupera y le apunto a la garganta, es mucho más efectivo.
—Nadie se mete con mi futuro esposo, suéltenlo ahora o el primero en recibir un balazo es este hijo de puta. Pronto seguirán ustedes dos. —Prácticamente les escupo esas palabras, los agentes dejan en paz a Seth y levantan sus manos—. Buenos chicos, ahora arrodíllense junto a ese imbécil —ellos obedecen—. Seth, cariño porfavor trae una cuerda y atar a esos tres
Seth me da un pequeño beso en la frente y hace lo que le pido. Le sonrió a los agentes y los dejo allí, atados en el piso, mientras Seth y yo volvemos a mi casa. Caminamos tomados de la mano por el distrito. Charlamos durante todo el camino a la aldea de los vencedores. Al abrir la puerta de mi casa una pequeña bola de pelos se arroja a mis brazos, ignorando completamente a su dueño. Mi mentor le dedica un puchero a Alex pero luego aparta el perrito para besarme. Camino hasta apoyar a mi futuro esposo en la pared mientras no dejo de recorrer su torso con mis manos. Seth deja escapar un jadeo contra mis labios mientras desliza su mano por debajo de mi sudadera, para acariciar mi espalda libremente. No puedo evitar sonreír y soltar un suspiro cuando siento su mano rozar mi piel. Me aparto unos centímetros y acaricio su mejilla.
—Eres todo un maldito celoso ¿lo sabías?
—Claro que si, pequeña, aunque sé que me amas de todas formas.
—Nunca dudes de eso ¿Vale mi vida?
Escucho un gruñido que proviene desde el piso y noto unas patita golpear mis piernas. Tomo a Alex en brazos y le rasco tras las orejas.
— ¿Tú también eres celoso?
—Eso o no tenía la menor idea de que lo que estuvimos a punto de hacer no era malo. En especial ahora que nos vamos a casar, pequeña.
Asiento, consciente de lo que habría pasado de no ser por el perrito. Bueno, Seth puede esperar hasta nuestra luna de miel, aunque…podría ser divertido dejarlo con las ganas. Observo como acaricia a la bolita de pelos. Tomo a Alex y lo llevo hasta su camita en la habitación de Megan. Allí me encuentro con una nota de ella diciendo que va a pasar la noche en la playa. Cierro la puerta de la habitación, dejando al perrito dormido, y vuelvo a por Seth. Miro a mi futuro esposo con una media sonrisa en mis labios y le robo un corto beso. Tomo su mano y tiro de él hasta mi habitación. Al llegar cierro la puerta con pestillo. Seth enarca una ceja, confundido al principio y luego feliz. Por muy dulce que sea sigue siendo un chico lleno de testosterona. Apoyo mis manos suavemente en su pecho y lo beso dulcemente. Poco a poco dejo que el beso vaya perdiendo inocencia. Por primera vez dejo que nuestras lenguas se enreden en una furiosa danza. Quito su camisa lentamente, dejando que se le escapen un par de gemidos. Seth suelta un gruñido gutural y me tumba bruscamente en la cama. Intento volver a besarlo pero mi futuro esposo me obliga a apoyar la cabeza en la almohada mientras besa, y mordisquea, mi cuello. Ahora la que deja escapar varios gemidos soy yo. De verdad no sé hasta donde voy a dejar que llegue esto.  Cada beso va alejando toda prudencia de mis pensamientos. El único pensamiento coherente que puede crear mi cabeza es ¿Qué tiene de malo? Después de todo nos vamos a casar y va a terminar sucediendo ¿No? Así que ¿Para qué controlarse ahora? No hay motivos. Llego a esa conclusión cuando sus manos intentan quitar mi sudadera. Beso sus labios y me dispongo a quitármela yo misma.
—No pequeña, —gime contra mi cuello— yo me encargo.
Le dedico una sonrisita y me acerco a su oído para susurrarle que se dé prisa. Mi futuro esposo suelta un sonoro gemido antes de volver a besarme. Al fin consigue quitar esa maldita sudadera. Se me escapa su nombre en una mezcla de suspiro, gemido y jadeo. Seth me sonríe con toda la dulzura del mundo. Mi mentor apoya su peso sobre mí mientras se dedica a mordisquear el lóbulo de mi oreja. Dejo escapar otro gemido.
— ¿Estás segura de que quieres hacerlo conmigo, Rue?
—Claro que si, Seth. No querría que nadie más ocupara tu lugar. Te amo más que a mi vida.
Seth acaricia mi cabello con toda la dulzura del mundo. Poco a poco la ropa que nos queda va desapareciendo hasta que, después de muchos besos y caricias, lo hacemos por primera vez en nuestras vidas.
*****
La luz del sol acaba con mi sueño. Me estiro en la cama, aun con los ojos cerrados, y giro buscando evitar la molesta luz que no me deja dormir. Noto unas caricias en mi cabello y abro los ojos para encontrarme con un sonriente Seth. Los recuerdos de la noche me invaden y sonrío tanto, o incluso más que él. Me acurruco contra su pecho y le doy un pequeño besito en los labios. Mi futuro esposo me rodea con sus dos brazos.
—Buenos días mi amor ¿Crees que los agentes sigan allí atados?
— ¿Después de lo que pasó al llegar aquí piensas en eso, pequeña? Pensé que iba a significar tanto para ti como para mí.
—Estoy jugando, cariño, no sabes cuan especial me siento ahora que me convertí en tu mujer.

Seth me da un beso en la frente y apoya su barbilla en mi cabeza. Unos minutos después se separa de mí y me dice que me levante para irnos de picnic. Salgo de la cama refunfuñando y me sonrojo al recordar que estoy completamente desnuda. Mi futuro esposo me abraza y pienso que él no está más cubierto que yo. Mi mentor reprime una risita al ver mi cara tan roja como un tomate. Le doy un besito y corro hasta el baño. Al ver mi reacción Seth suelta una carcajada. Vale, acabo de darme cuenta de que soy muy vergonzosa.
Me doy una ducha rápida y dejo mi cabello completamente mojado y desenredado, como ya se ha vuelto costumbre. En cuanto termino de desenredar mi cabello me doy cuenta de que no traje nada de ropa al baño. Tonta, tonta, tonta. Escucho ruidos al otro lado de la puerta, por lo que Seth no se ha ido. No puedo creer que se me haya olvidado traer ropa ¡Y no tengo mi pijama! Dejo escapar un suspiro.
— ¿Seth?
— ¿Si pequeña?
— ¿Podrías cerrar los ojos? Olvidé traer ropa —en cuanto digo esto él suelta una carcajada.
— ¿Por qué te da vergüenza que yo te vea?
—Solo cierra los ojos.
—Vale, no se enoje que le salen arrugas.
—Y también cierra la boca.
Entreabro la puerta para asegurarme de que mi mentor tiene los ojos cerrados. Aunque no puedo decirlo con exactitud ya que se cubre el rostro con una almohada, aunque también oculta lo que va debajo de su torso con las mantas. Rápidamente me pongo la ropa interior, me visto con el primer vestido que encuentro y me acerco a Seth para darle un beso en la frente. En cuanto hago eso él abre los ojos y me dedica una sonrisita. Mi futuro esposo se tumba otra vez y yo lo miro enarcando una ceja.
— ¿No que nos íbamos de picnic?
—Lamento decirte pero lo único que sobrevivió de ayer fue mi camisa, pequeña. Y Perdón por haber asesinado tu sudadera y tus vaqueros.
—Espera ¿Quién asesino TU ropa?
—Fuiste tú, Rue. Recuerda, yo ni siquiera me quité algo.
¿Osea que yo rompí toda su ropa? ¿Yo? ¿Esta Rue? ¿No será la primera Rue? Esa niñita era bastante traviesa, bueno según yo. Sin darme cuenta he dicho todo eso en voz alta. Seth me responde que si es en serio, si fui yo, esta Rue y que la primera ni la conoce porque murió como hace dos décadas. La verdad fue estúpido pensar en esa Rue pero es que ¿Yo romper su ropa? Después de pensar por unos minutos alguna explicación lógica, que no me incluya rompiendo su ropa, me doy cuenta de dos cosas. Seth está desnudo y no puede caminar así por la casa con Megan aquí. Abro los ojos como platos y salgo de mi habitación corriendo. Busco entre sus pertenencias una camisa, vaqueros, zapatillas y, aunque no quiera admitirlo, ropa interior. ¿Pero qué diablos? No se supone que sea tan vergonzosa después de eso. Vuelvo corriendo a mi cuarto, topándome con Megan en el camino, como me imaginaba empieza a hacer preguntas.
— ¡Rue! ¿Perdonaste a Seth? Espera… ¿Qué haces aquí tan temprano y con algo de su ropa?
—Bueno…
— ¡Rue Mellark Everdeen! ¡Ustedes dos lo hicieron y no me contaste! ¡Pensé que éramos amigas!
—Megan despertamos hace unos minutos.
— ¿Pero por que le llevas ropa? ¿No se pudo vestir con lo de ayer mientras iba a su cuarto?
—No podía porque… —voy bajando la voz para decir lo siguiente— Porque rompí su ropa.
— ¿Tu qué?
—Le voy a llevar su ropa ¿Vale?
— ¡Rue Mellark vuelve aquí! ¡No me has dicho nada de verdad importante!
¡Dios! ¿Qué más quiere saber? Corro lo más rápido hasta mi cuarto y mi gran entrada es por medio de un tropezón  cayendo al piso. Enseguida me pongo de rodillas y cierro la puerta con pestillo. Nunca están de más las precauciones si hablamos de Megan. Seth hace un ademan de levantarse pero, antes de que las sabanas dejen de cubrir lo que no se debe ver, lo sujeto para que no quede a la vista. Le entrego rápidamente su ropa y cierro los ojos mientras apoyo la frente en la pared contraria a él. Lo escucho soltar una risita, asi como el agua caer desde el baño y el rose de la tela contra su piel. Puedo sentir una caricia en mi cabello pero me niego a abrir los ojos. Estiro la mano hasta dar con la tela en el lugar que debe estar su torso y luego palpo su pierna. OJO QUE PIERNA ES PIERNA, no entrepierna ¡Pierna dije!
Abro los ojos y sonrío al verlo con su cabello castaño aun húmedo y lo bien que le queda esa camisa de un tono verdoso ¿Mencioné cuanto amo el verde? Supongo que lo saqué de mamá….un segundo… ¿Cómo le voy a decir a Seth lo que tengo que hacer? Temo que se enoje conmigo y deje que me enfrente a esto sola. ¿Sería capaz de abandonarme? El me ha dicho varias veces que me ama ¿Pero si solo soy una distracción o un juego para él? Me recorre un escalofrío al pensar en esa posibilidad ¿Qué pasa si no significo nada realmente para él? Bueno me pidió matrimonio, me ha cuidado ¿Pero y si es solamente un truco para tenerme a sus pies? Miro a mi mentor a los ojos, esperando encontrar un toque de desprecio o algo que me indique que no soy nada para él, pero solo encuentro un brillo especial, como el que aparece en los ojos de mi padre cada vez que ve a mama. ¿Y si es solo otra mentira? ¿Si Seth puede actuar como si de verdad me quisiera? ¿Qué pasa si me deja ahora que lo hicimos? Ese pensamiento hace que las lágrimas nublen mi vista. Tengo miedo. Miedo de perderlo. Seth me abraza y acaricia mi cabello.
— ¿Qué pasa Rue? ¿Qué te preocupa?
— ¿Es verdad que me amas?
—Más que a mi vida, pequeña. Eres lo único que me mantiene vivo, pero ¿Eso que tiene que ver con tu llanto?
—Que lloro porque tengo miedo de que me dejes.
— ¿Dejarte? ¿Por qué lo haría?
—Por…por nada… —creo que este no es el momento para decirle del trato.
—Rue puede que no lleve toda una vida junto a ti, pero te conozco ¿Por qué?
—Porque…porque voy a ir al Capitolio, tengo que salvar a mis padres y estar bajo el control del tuyo es lo único que puedo hacer para que los dejen en libertad.
— ¿Cómo? —El chico me sujeta por los hombros con fuerza— ¿Tienes idea de lo que podría hacerte ese…?
—Seth, voy a estar bien. Debo vivir en su mansión, no sé porque pero puedo llevar a alguien conmigo. Y estaba pensando si tu…
— ¿Si te voy a acompañar? Pues sí, no te voy a dejar sola en esto. Por muy estúpida que haya sido tu decisión voy a estar contigo donde vayas, no voy a dejar que nadie te lastime.
—También…me preguntaba si…solo soy una especie de juego para ti.
— ¿Un juego? Pequeña eres el amor de mi vida, sin ti juro que me suicido. No podría seguir adelante, ni siquiera sobrevivir.
—Seth…debo irme mañana.
—Entonces hoy mismo nos casamos.
Mi mentor me toma en sus fuertes brazos y me lleva rumbo a casa de Finnick y Annie, Megan nos sigue con Alex en sus brazos. Seth les dice que ya es hora “del plan” y Annie me lleva lejos de mi futuro esposo, por otro lado Finnick se lo lleva a él ¿Ellos sabían que Seth iba a pedirme matrimonio? No me da tiempo a formular la pregunta cuando Annie me enfunda en un vestido de un tono entre dorado y un color crema, con ligeros brillos. Sin mangas y largo hasta el piso. También me calza unos tacones dorados. Me obliga a sentarme frente a un espejo y con sus hábiles dedos, de tanto hacer redes, me trenza el pelo y, en cuanto me deja ver el peinado, en la parte posterior de mi cabeza la trenza forma una hermosa flor con un perla en el centro. Me pongo de pie mientras Annie saca un bellísimo ramo de lirios de armario. Me entrega las flores y me contempla.
— ¿Qué te parece? El vestido lo hizo Cinna y Finnick y yo nos encargamos del ramo.
—Son preciosos Annie, pero ¿No estás enojada porque me voy a casar con Seth?
— ¿Enojarme? No te preocupes por eso, siempre has sido como mi hija. Quiero verte feliz y se nota que amas a Seth tanto como él a ti, además Finn puede encontrar a alguien más.
—No lo dudo ¿Dónde está?
—Dormido, creo que te pasaste con el somnífero.
— ¿Cómo?
—Yo lo sé todo, ahora rápido. Tenemos poco tiempo para la boda, va a ser la típica boda del cuatro, solo que llevaras un ramo de flores como en el capitolio y después se van a brindar mutuamente el pan. ¿Alguna duda?
—Ninguna.
—Entonces vamos.
Annie le grita a su esposo, preguntándole si Seth está listo. En cuanto recibimos la respuesta de que esta todo en orden nos apresuramos a salir de la casa, yo siempre guiada por Annie. En la puerta Finnick me ofrece el brazo para entregarme a Seth. El señor Odair me entrega como en las bodas del Capitolio pero en cuanto estoy junto a Seth nos cubre una red. Continuamos con la ceremonia hasta llegar el momento de humedecernos los labios, el uno al otro, con agua de mar. Todo lo hemos hecho en tiempo record pero sin perder el romanticismo.
La ceremonia termina, firmamos unos papeles y nos asignan otra casa en la aldea de los vencedores, por lo que Megan se quedara sola en mi antigua casa. En algún momento Seth me toma en brazos y cruzamos de esta manera el umbral de la puerta. Mi, ahora esposo, susurra que es una antigua tradición. No dejo de sonreír mientras estoy en los brazos del hombre al que amo. Al entrar nos encontramos con Finnick y Annie, Megan y Harry (con Alex en el medio) El tío Gale y Debrah, Haymitch, Beetee (aunque ya con la edad pesándole), mi abuela, Cinna, Effie y Johanna, quien no deja de sonreírme ¿Johanna sonriendo sin sarcasmo? Esto es raro. Escucho pequeños y rápidos pasos y mi hermanito se nos acerca para abrazarnos, en cuanto lo veo no puedo evitar dejar escapar un par de lágrimas. Tal vez no vuelva a verlo. Solo faltan tres personas, mis padres y Finn, aunque lo mejor es que ese último no esté aquí. No tengo idea de cómo se va a tomar la noticia, ni quien le va a explicar todo. Aunque también desearía con todas mis fuerzas que también estuvieran apoyándome Delly, Boggs, Vi y Jared. Al pensar en todos ellos mi corazón se encoge. Entonces mi vista vuelve hasta mi esposo y no puedo evitar sonreír, acabo de casarme con Seth, quien estoy segura que es el amor de mi vida. Mi hermano nos entrega a cada uno de los presentes un trozo de pan del distrito doce y todos esperan con una sonrisa hasta que mi amor y yo nos brindamos mutuamente, aunque después de eso les damos el espectáculo de un gran beso.
Megan pone música, al principio unas cuantas canciones de vals, que luego se van animando y pasan por bachata, salsa y llegan a merengue. No puedo evitar una risita al recordar las macarenas de Seth, aunque debo admitir que ahora es un buen bailarín. Ni siquiera pensamos en salir de la improvisada pista de baile, sino que bailamos hasta quedar completamente agotados. En algún momento Seth me deja sola por unos minutos para hablar con su hermano y el mío, ug charla de chicos. Me acerco tímidamente a Johanna con la vista en el piso.
—Johanna, quería disculparme por lo de Jared.
—Nada de agachar la cabeza, descerebrada. Hoy te casaste y debes estar feliz por eso, ahora mismo importa una mierda todo lo que pasó antes de este día. Aunque si te soy sincera mi hijo murió feliz, por eso no te guardo rencor. Además ya le quedaba poco tiempo.
— ¿Cómo dices?
— ¿Nunca te dijo? —ahora me doy cuenta del tono cargado de añoranza de Johanna.
—Nunca.
—Le diagnosticaron cáncer, ya estaba muy avanzado y no había cura. Estas serian sus últimas semanas.
—L-lo siento, no lo sabía.
— ¿Sentirlo? Iba a morir de todas formas pero estaba feliz de que lo perdonaras, debe ser el primero en festejar tu boda allá arriba. Ahora si me disculpas, han sido veinte años sin molestar a mi mejor amigo.
Johanna se acerca al señor Odair mientras Annie se aleja de ese par riendo, a saber cuánto ha sido capaz de desesperar Johanna al pobre. La madre de Finn se me acerca y me sonríe con dulzura. Hablamos un poco sobre mi nueva vida como la mujer de Seth, nada digno de mencionar, aparte de que se salió la anécdota de lo sucedido anoche. Annie me sonríe y me da todo su apoyo. Mi marido me sorprende al abrazarme por detrás y besar mi cuello, lo que me hace soltar un suspiro tanto de sorpresa como de felicidad. Annie nos deja solos, lo que Seth aprovecha para sujetarme por la cintura y besarme, de la misma forma apasionada que anoche, solo que sin llegar a tanto como hacerlo otra vez. Me susurra que solo puede esperar hasta que termine la celebración, no puedo evitar sonreírle y decirle que yo también ¿Yo dije eso? Bueno ya no importa. Estamos casados ¿No? No nos puedes reclamar nada. De hecho me gusta bastante la idea de que pronto los invitados vayan a celebrar, y prepararnos algo para mañana, a casa de Megan (ex casa mía) Nuestra amiga está dispuesta a llevarse a Alex, aunque sin prometernos que el perrito no va a quedar traumado con la “noche de celebración de ella y Harry” supuestamente van a celebrar nuestra boda a su manera. La verdad no quiero ni saber lo que van a hacer esos dos.

Unos minutos después de que Megan nos advierte que el pobre Alex puede quedar traumado se nos acerca una Johanna mucho más borracha de lo que pudo estar Haymitch en toda su vida. Seth intenta ser educado con ella, lo que la anima a molestarlo. Sinceramente es mejor no meterse con una Johanna borracha así que, por mucho que me duela, dejo a Seth a su suerte. Lo siento mi amor pero esta vez no puedo ayudarte. Me acerco a Harry y a Megan, logrando escapar de la ex chica del hacha. Meg me toma del brazo y nos aleja de su novio, en cuanto estamos lo suficientemente lejos de él mi amiga me pide detalles de lo sucedido anoche. Enseguida mis mejillas se vuelven más rojas que un tomate, lo único que se me ocurre es pedirle ayuda a Harry. Megan me tapa la boca y me amenaza con obligarme a usar tacones por el resto de mi vida, sin importar a donde pueda huir.
— ¿Es que no tienes corazón?
—Cuando se trata de conseguir algo, no.
—Eres mala.
—Lo sé.
Me siento en el piso haciendo pucheros, lo que por desgracia no funciona con mi amiga. Después de unos minutos Megan llama a Debrah, quien se acerca tambaleándose por culpa de unas copas de más. La dos me bombardean con sus preguntas, maldita Debrah traidora. Estoy a punto de rendirme y responderles cuando alguien tira de mi brazo bruscamente, sonrío un poco aliviada pensando que puede ser mi esposo pero lo que veo me deja paralizada. Frente a mí, y sujetándome por los hombros, se encuentra Finn. Creo que esta de mas decir que esta hecho una furia. Tartamudeo algo que ni yo misma llego a entender, sin lograr calmarlo. De hecho me sujeta con más fuerza y prácticamente me golpea contra una pared.
— ¿Qué mierda es esto Rue? ¿Por qué me dormiste y que está pasando?
—Yo…bueno, Finn veras…Es que…Lo que pasa…Seth y yo…Lo que sucede…—decidido, no puedo crear ninguna frase coherente.
— ¡Deja de tartamudear maldita sea y explícame que mierda estás haciendo!
Les hecho una mirada al par de chicas, quienes están completamente paralizadas, al igual que el resto. Seth es el único capaz de moverse pero Johanna, tan borracha como esta, no lo deja pasar. Mi marido me envía una mirada llena de preocupación, intento dedicarle una sonrisa pero estoy demasiado nerviosa. Estoy temblando de los pies a la cabeza, nunca antes había visto a Finn de esta forma y de verdad me asusta. Levanto la vista hacia su rostro, donde solo encuentro una mueca de enojo y sus ojos que dan el aspecto de agua hirviendo. Estoy en problemas, nunca pensé que podría despertarse ahora.
— ¡Contéstame de una vez! ¿Qué diablos estás haciendo?
—Finn yo…—mi voz es solo un susurro— desde que volví de los juegos estoy enamorada de Seth y hoy…hoy me casé con él.
Puedo sentir como sus fuertes manos me hacen daño. Veo como dirige una mirada asesina a mi esposo y sus ojos vuelven a escrutar los míos. Al ver la expresión de su rostro el miedo me asalta, nunca en la vida lo había visto tan alterado. Y eso me aterra. No quiero saber lo que es capaz de hacer así de enojado.
— ¿Tu qué?
—A-ahora soy la esposa de S-Seth
— ¿Y aun así me diste esperanzas de volver? —Finn cierra los ojos, intentando calmarse, aunque no lo logra y me da una bofetada, que consigue arrojarme al piso— ¡Eres una puta! ¡Nunca debí enamorarme de ti maldita perra!
Esas palabras de verdad duelen, aun más que la bofetada, pero me merezco todo lo que ha dicho o hecho, e incluso más. Debí haberle contado todo lo que pasó mientras estuve lejos de él. Debí confesarle lo mucho que amo a Seth. Debí…haber hecho tantas cosas, pero ya no las hice. No puedo arrepentirme ahora. Decido  echar un vistazo a mí alrededor, todos siguen igual de sorprendidos. Veo a Annie con lagrimas en sus ojos, Debrah y Megan echan chispas, mi hermanito se cubre los ojos, el resto no ha reaccionado, excepto Seth, él intenta escaparse de Johanna y acercarse a mí, bueno no la culpo por impedirle el paso, nadie pensó que podía pasar algo malo y tiene todo el derecho de emborracharse. Vuelvo a mirar a Finn a los ojos, y en ellos solo puedo ver reflejados el enojo, el dolor y, aunque no quisiera verlo, el odio. Fui una maldita estúpida cuando creí que podía solucionar todo. No soy capaz de nada, tengo que metérmelo en la cabeza. Las lágrimas corren libremente por mis mejillas, otra cosa que hay que arreglar…debo dejar de ser tan llorona.
— ¿Ahora lloras, zorra? ¿Es duro escuchar la verdad?
—Yo solo…no quería lastimarte.
— ¿Y cómo te salió?­­­­ —junto con esas palabras Finn patea mi cuerpo— ¡No querías hacerme daño y te fuiste, no querías hacerme daño y te enamoraste de otro, no querías hacerme daño y me creaste falsas ilusiones, puta!
La verdad las patadas y la bofetada no me duelen, para nada. Lo que me duele es escuchar cada una de sus palabras, si, es muy duro escuchar la verdad. Puedo escuchar un golpe sordo cerca de mí y, al alzar la vista, observo una pelea entre mi esposo y Finn. Ahora sí que todos están sorprendidos, nadie puede contener la incredulidad que le provoca la escena, ni siquiera la pueden ocultar con enojo.
—No vuelvas a tocar a mi mujer ¿Entendiste?—esta es la primera vez que Seth de verdad está enojado, mucho más que en nuestra pelea de hace un par de días. Esta vez su voz está cargada de odio.
— ¿Tu mujer? ¡Tu puta dirás!
—Y como vuelvas a decirle asi te mato ¿oíste?—dicho esto Seth le pega un puñetazo a Finn, este le devuelve el golpe. Entre tantos golpes terminan rodando por el piso, entonces veo un destello plateado en la mano de Finn, un cuchillo. Me acerco a la carrera y alejo al hombre que amo de su atacante, aunque lo único que consigo es que ambos se pongan de pie antes de que Finn le vuelva a asestar un golpe a Seth y entonces el primero recupera el cuchillo. La primera idea, y la única, que se me viene a la mente es meterme en medio para evitar que Finn mate a mi marido, y eso hago. Me situó en medio de los dos, dándole la cara a Seth. Intento sonreírle al amor de mi vida, a pesar de la situación. En cuanto me ve, Seth me rodea con sus brazos y nos alejamos de su atacante. Cuando por fin estamos lejos del alcance de Finn, Annie se acerca a su hijo para intentar calmarlo. Seth me acaricia el pelo y me besa con ternura, puedo notar como sus manos no dejan de temblar, lo que ocurre solamente cuando está nervioso y/o preocupado, en este caso las dos cosas. Apoyo la cabeza en su pecho, de una forma que puedo observar su rostro y sonreírle, y sujeto sus manos con las mías. Beso la punta de su nariz y le dedico una pequeña sonrisita.
—Todo va a estar bien, lo prometo mi amor. No pasa nada.
—Si que pasa, Rue, él te golpeó.
—Pero estoy bien, estamos bien. Solo cálmate y deja de lado esa preocupación.
—De verdad me conoces.
—Después de todo eres mi esposo, se supone que te conozco como a mí misma ¿no?
—Entonces esto no va bien, te conozco mucho más que a mí mismo.
—Estamos igual, pero eso siempre pasa.
Vale. Pareciera que se nos ha olvidado toda la escena que acaba de ocurrir pero es solo actuación, incluso intentamos convencernos a nosotros mismos que de verdad no pasa nada, queremos pensar que todo está bien y nada va a arruinar nuestra boda. Quito la vista de mi esposo y observo como el señor Odair, el tío Gale, Cinna y Harry se llevan a un furioso Finn que golpea a diestra y siniestra. Observo la escena con la tristeza reflejada en mi rostro, la verdad nunca pude imaginar que algo así podría suceder ¿Cómo iba a pensar que el dulce, amable, valiente y cariñoso Finn podría tener un ataque de rabia tan grande? Megan es la primera en acercarse y queda en venir por nosotros para la sorpresa mañana a las tres de la tarde. Poco a poco todos se van despidiendo y Johanna intenta disculparse por no dejar a Seth ayudarme.
—No te preocupes, nadie pensó que iba a suceder algo así. Además todos tenemos derecho a emborracharnos en las fiestas, yo misma me habría emborrachado si no estuviera pendiente de Seth.
Johanna asiente con la cabeza y nos da un abrazo a cada uno. Ella es la última en irse. Le doy un pequeño beso a mi marido y me acerco al teléfono. Marco el numero de mi ahora suegro, eso es lo negativo de este matrimonio pero ni me importa en realidad, y espero unos segundos. Hades se tarda unos tres timbrazos en contestar.
—Señor Snow, debo hablar con usted sobre algunos detalles de mañana.
— ¿Ya sabes a quien vas a traer contigo?
—Pues si, Seth va a acompañarme —como si me estuviera leyendo el pensamiento mi esposo me rodea con sus brazos.
— ¿Mi hijo?
—Así es, nosotros…nos casamos hoy.
— ¡Pues me alegro de que seas parte de la familia querida! —intento no arrojar el teléfono al piso. ¿Querida en serio? maldito hijo de...
— ¿Cree que podríamos irnos antes de las tres de la tarde?
—Iba a decirles que pasaría por ustedes a la una, por supuesto.
—Vale y lo otro ¿Cuándo liberará a mis padres?
—Quiero dejar que hables un poco con ellos, supongo que cuando esté anocheciendo.
—Eso es todo lo que necesito saber, gracias por su tiempo.
—Ya basta de formalidades, después de todo ahora soy tu suegro.
—Vale, adiós.
No me tardo ni un segundo más en colgar el teléfono y girarme hacia Seth. Mi marido me besa enseguida y desliza su mano hasta mi espalda. Sonrío contra sus labios mientras acaricio su rostro y su torso con mis manos. El amor de mi vida me atrae contra su cuerpo y besa mi mandíbula, no puedo evitar soltar una risita. Entre beso y beso subimos hasta la habitación matrimonial de la casa, Seth me acaricia con suma delicadeza mientras va quitándome con muchisimo cuidado el hermoso vestido, esta de más decir que los zapatos de ambos salieron prácticamente volando.
—Esta vez no rompamos nada ¿Vale amor?
—No te preocupes por mí, creo que esta vez puedo controlarme, pequeña.
— ¿Crees?
—Estoy casi seguro.
—Vale, mi amor, eso me basta.
Sonrío otra vez y fundo nuestros labios en un beso muy dulce y lleno de ternura. Me dedico a quitarle su camisa y sus pantalones con cuidado de no romper nada, una de sus manos se desliza hasta mi cintura y me tumba delicadamente en la cama. Mi marido se apoya en sus codos para que no tenga que soportar nada de su peso. Esta vez nada sucede de forma brusca, el día de nuestra boda no nos preocupamos por nada más que entregarnos en cuerpo y alma el uno al otro. Poco a poco nuestra ropa interior desaparece, con delicadeza y sin nada de prisa. Cuando ambos estamos completamente desnudos apoyo mi cabeza en su pecho y rozo sus labios con los míos. Seth deshace la trenza en forma de flor y luego enreda su mano en mi pelo. Acaricio su rostro con la punta de mis dedos, comienzo por su frente, paso por su nariz, llego a sus mejillas, recorro su barbilla y, al final, mis dedos rozan sus labios. No dejo de susurrar lo mucho que lo amo, sin cansarme. El amor de mi vida se tumba sobre mí y me hace suya con todo el cuidado y el amor del mundo, de una forma pausada y repleta de dulzura. Lo beso una y otra vez mientras hacemos el amor y después de que sucede. En cuanto todo termina me refugio en sus brazos mientras él besa mi frente repetidas veces. De verdad no he podido demostrarle a mi esposo cuanto lo amo, nada será suficiente para representar el amor que siento por mi Seth.
No dormimos, nos dedicamos a conversar y a besarnos y abrazarnos durante toda la noche. La luz del alba nos sorprende en medio de una confesión de amor por mi parte. Le dedico una sonrisita a mi esposo y me encierro en el baño para ducharme, esta vez no tengo la vergüenza de ayer y busco en el armario un vestido verde sin preocuparme por mi desnudez o la de Seth. En cuanto doy con un vestido de mi color favorito mi amor me besa la mejilla y se dirige al baño. Me visto rápidamente y me calzo unas sandalias del color del vestido. Bajo corriendo mientras me hago dos trenzas. Sé que mi mentor se va a tardar bastante en la ducha por lo que voy corriendo hasta el mercado y me dedico a comprar algas frescas, algunas personas me felicitan por mi matrimonio y yo les agradezco de corazón. Vuelvo a la casa y saco bastante agua marina de una fuente, todo para prepararle su desayuno favorito al amor de mi vida, agua algada. Como no quiero que solo se beba ese tipo de zumo me encargo de preparar una tarta de manzana, a la que decido bañar en delicioso chocolate derretido. Escucho pasos acelerados en la escalera y veo como mi esposo pasa corriendo y casi cae al piso. Me acerco a él lo más rápido que puedo, ganándome un abrazo y un beso en la frente. Lo guio hasta la mesa en la terraza de nuestro hogar sin dejar de sonreír. Mi amor acaricia mi mejilla y me hace cosquillas con la punta de una de mis trenzas, sin saber porque lo traje hasta aquí.
—Espérame unos segundos ¿Vale cariño? —le susurro con una sonrisa permanente en mi rostro.
—Solo no te tardes demasiado, mi cielo. No verte es muy difícil de soportar.
—Pobre de mi amor, enseguida vuelvo. Vas a ver que la espera vale la pena.
Corro hasta la cocina y tomo dos de esas cosas que usan en los restaurantes para esconder el platillo antes de servirlo, ni idea de cómo se llaman. En cada uno dejo un gran vaso de agua algada y un buen trozo de tarta. Vuelvo con mi esposo y dejo los platos, bueno esas cosas, frente a las dos sillas de la mesa más pequeña, en la que me esperaba Seth. Le doy un beso en la frente y acaricio su cabello castaño.
— ¿Qué preparaste, Rue?
—Algo que no sé si te va a gustar­ —susurro mientras pongo una de mis caritas mas tiernas. Quito la especie de tapa de esa cosa rara, no tengo otro nombre para ese plato-bandeja-esfera-o-lo-que-sea, y veo como se le ilumina el rostro a mi mentor, quien me roba un largo beso.
— ¿En serio te gusta mi amor?
—Sabes perfectamente que si —dice mientras se acerca a mi rostro—. Creo que te debo un beso, desde hace unos segundos.
—Eso parece. Y me lo tienes que devolver ahora.
— ¿Ahora? Ningún problema.
Dicho esto me besa con toda la dulzura de Panem. Me siento en su regazo mientras acerco mi desayuno y ambos nos dedicamos a comer. En cuanto terminamos le digo que descanse un poco mientras lavo los trastos, de verdad lo amo mucho sino habría arrojado esas cosas lo más lejos posible. Seth se queja de que no va a dejarme hacer todo, aunque lo callo con un beso. Los besos son la mejor arma de una chica locamente enamorada. En cuanto termino salimos al jardín y nos recostamos en la hierba mientras jugamos con nuestros dedos entrelazados. En algún momento mi esposo comenta que solo falta una hora para que nos debamos ir al capitolio. Me levanto y corro a toda prisa a la casa. Me decido por prepararle a mi Seth una carne poco hecha tal y como le gusta, aunque no lo dejo entrar hasta que todo está listo. Mientras reviso la carne voy escribiendo cartas para todos los que estuvieron presentes ayer en nuestra boda explicando lo sucedido, intento agregar toques de humor para que sea más fácil de aceptar, hasta que llego a la carta para Finn, entonces me pongo seria.
Querido Finn:
Lo sé, soy toda una idiota. Debí ser honesta contigo, confesar todo lo que sucedía con Seth. Pero no sabía qué hacer. Estaba aterrada, y depresiva. Tenía miedo de hacerte daño, y sé que no logré nada con ocultártelo más que enfurecerte pero ahora necesito desahogarme, puedes hacer lo que quieras con esta carta, aunque no sé si te molestes en leerla.
No quería hacerte daño, esa es la pura verdad. Te quiero, puede que no esté enamorada de ti pero te quiero. Lamento no decirte lo de Seth pero pensé que lo que hacía era lo mejor ¿Vaya idiota, no?
Quería desahogarme con esta carta porque cuando tu, y todas las personas que estaban con nosotros anoche, lean todas las cartas Seth y yo estaremos en el Capitolio. De verdad lo siento, no sé si lo mejor haya sido ofrecerle a Hades hacer lo que él me obligara pero era la única forma de salvar a mis padres, espero que tu más que nadie pueda entenderme. Claro que solo si llegas a leer esto.
De verdad espero que puedas encontrar a una chica que te corresponda. Lo que más quiero es que encuentres a alguien que te proteja y te haga feliz, todo lo contrario que yo. De verdad lamento todo lo que hice pero fue porque te quiero, siempre has sido parte mi familia, espero que si logramos salir de esto podamos ser como hermanos ¿Te parece?
Tú amiga, o tal vez no tanto.
Rue.
Guardo todas las cartas en sobres y garabateo rápidamente los nombres de sus destinatarios. Las dejo sobre la mesa para que puedan encontrarlas. Hace ya un buen rato que la carne esta tal y como le gusta a mi esposo. Preparo la mesa y sirvo la carne. Seth me sorprende al abrazarme por detrás, y también al dejar que Alex me lama la mejilla.
—Supongo que él va a ir con nosotros.
—Claro que si, pequeña. Y bueno, te quería entregar esto —mi amor me pone una argolla de oro en uno de mis dedos—. Debe ser estúpido para ti pero es algo que, a pesar de los cambios, hemos seguido haciendo en el Capitolio. Para demostrarle a todo el mundo que somos marido y mujer—dicho esto me enseña su mano, donde resplandece otra argolla.
—Que dulce mi amor, ahora siéntate a la mesa, que esta lista la carne como a ti te gusta.
— ¿Poco hecha?
—Si mi amor.
Comemos en silencio, tomados de la mano. En cuanto terminamos nuestro almuerzo nos dirigimos en silencio hasta el lugar en que nos debemos encontrar con el padre de Seth. Llevamos al pequeño Alex con nosotros. Llegamos con tiempo de sobra pero Hades nos está esperando, junto a él hay un hombre, viejo, en silla de ruedas y que lleva una rosa blanca a la altura del corazon. El padre de Seth nos lo presenta como “el gran Coriolanus Snow” hago lo posible por no arrojarme contra él. Mi maldito suegro nos conduce a un aerodeslizador, detrás de nosotros llevan a Fiura y Yeer. En cuanto nos sentamos en unos cómodos sillones yo cierro los ojos mientras me acurruco en los brazos de mi marido, dispuesta a enfrentar un infierno si él está conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario